miércoles, 17 de marzo de 2010

La Hipótesis del cuadro robado

Antes que nada tengo que decir, que me ha costado muchísimo trabajo ponerme delante del ordenador y decidirme a redactar. Le he dado mil vueltas intentando tratar la película La Hipótesis del cuadro robado de una manera diferente a como lo hubiese hecho anteriormente, pero me resulta bastante difícil, quizás porque el film en sí sea complicado.
La película a mi parecer, es lenta tanto en su ritmo como en la misma producción de su mensaje. No estoy acostumbrada, y pienso que como yo una gran mayoría, a encontrarnos en cine imágenes estáticas como si de una fotografía se tratase. El mundo en el que vivimos dispone de medios de producción cada vez más rápidos, y por tanto en imágenes más cortas que se consumen más rápidamente. A este hecho es al que nos tienen acostumbrados, y es por eso por lo que se nos pasan muchos detalles por alto, y no estamos preparados para pensar ni cuestionar lo que una película nos ofrece.

Creo por tanto, que
La Hipótesis del cuadro robado, no es más que una forma de reclamarnos a nosotros como espectadores; observar más que mirar. Que no nos conformemos con echarle sólo un vistazo, y tengamos por tanto una buena disposición para buscar pistas, deteniéndonos en cada imagen (de ahí la cantidad de planos fijos que hay).
Pensar las incoherencias y volver sobre nuestros pasos para reconstruir nosotros la historia, con una ayuda, claro está. Es cierto que dicho mensaje nos lo va descubriendo el coleccionista de los cuadros, pero a su vez, y con la colaboración del narrador en off (que se nos cuela dando opiniones y formulando preguntas) nos van poniendo en duda cada cosa que se dice, cada deducción hipotética. Por tanto, nos sitúan en una perspectiva en donde nada nos debemos de creer al cien por cien, porque nada se puede demostrar. Siempre hay una verdad en función de cómo se mire, y de quién lo mire. Puede que mi verdad sea completamente distinta, pero es válida en tanto que es una verdad más de un caso hipotético jamás resuelto.

Puedo decir, según esto, que este film sí nos aventura a formar parte del entramado. A pesar de que en ocasiones parece que el coleccionista se dirige al segundo narrador en off, y que ambos hablan, manteniéndonos al margen. Además, no nos mira a cámara casi en ningún momento, pero este hecho es lo de menos, porque nos sentimos claramente aludidos. Se nos conduce por un camino resbaladizo donde todo es posible y nada termina de ser. Es aquí donde puedo decir que me he sentido confundida durante toda la duración de la película.
Al principio he de reconocer que mucho más; poco a poco a medida que avanzaba parecía estar más segura, pero al final, de nuevo sentimiento de confusión junto a una gran decepción. Una decepción por terminar de ver la película y saber lo que sabía al principio, nada.
Y peor aún, después de hacer un enorme esfuerzo por quedarme con todo lo que se nos dice y recoger cuanta más información mejor teniendo casi la certeza de que más adelante me servirían para encadenarlo todo. Finalmente, muchas de esas cosas ahí se han quedado, sin entenderlas, y desubicadas totalmente.

Se nos pide que intentemos mirar más allá, pues a eso voy: La película, relaciona las imágenes cinematográficas con las artes pictóricas. Un cuadro representa una situación que está sucediendo, pero a la misma vez, alude a lo que ya ha sucedido y a lo que puede suceder. Pero siempre de una forma especulativa, como vemos en las imágenes de la película mediante actores que representan los cuadros tratados. Se consigue así un testimonio histórico del momento en el que se pintaron dichos cuadros.
Es aquí donde se cumple con el deber del cine como tradición de la historia del arte. Un pasado enigmático dado por una serie de siete cuadros (faltando uno de ellos tras ser robado), provocan que nos planteemos ese pasado, y le demos un futuro (cual es la relación que guardan esos cuadros jamás conocida).

No puedo relacionar mucho más, para eso tendría que documentarme sobre varios aspectos los cuales desconozco, pero lo que si puedo añadir es que es una película poco común, pero que creo que no deja indiferente a nadie (al menos a nadie que haya estado atento).
Me quedo en la insatisfacción de no haber sido capaz de aportar alguna pista a este final inconcluso.







sábado, 6 de marzo de 2010

Ana y los lobos


Mi impresión acerca de la película que se ha visionado en clase, Ana y los lobos, ha sido durante la mayor parte que dura el film, de desconcierto.

Considero que es una película algo lenta, pero sin embargo no se me hace aburrida. El tiempo que se dedica a mostrarnos a cada uno de los hermanos con sus respectivas personalidades pienso que es el necesario para que nos preguntemos qué está ocurriendo, y el por qué del comportamiento de los personajes, incluyendo a Ana, que también actúa bajo una lógica misteriosa.

El personaje de Geraldine Chaplin me ha mantenido atenta en todo momento a cada acción, gesto, mirada o insinuación que hacía, intentando descubrir en ella las razones de lo que podría estar pasando para conocer de antemano en qué desencadenaría todo. Es un continuo estado de atención, que permite que seas incluso capaz de reproducir después, al menos en mi caso, cada escena o diálogo que se desarrolla en su gran mayoría.

A medida que avanzaba el tiempo, llegué a pensar que el final sería igual de desconcertante que el resto de la obra, y que se quedaría todo sin resolver. Y realmente para mi sorpresa no fue así, sino todo lo contrario. Un desenlace impactante que nunca se me pasó por la cabeza, y el cual me llama mucho la atención por la forma tan rápida en la que se sucede en comparación con la lentitud del film.

Tomo de dicho final la conclusión de que unas mentes perturbadas, cada cual por diversas razones, han ido adoptando actitudes desequilibradas a lo largo de sus vidas, y que encuentran el punto de partida en la niñez; son capaces de todo por aquello con lo que se obsesionan.